lunes, mayo 17, 2010

Un fantasma prestigioso


Un fantasma prestigioso

Pese a su renombre internacional, Gay Talese es hoy por hoy un fantasma para nosotros, un fantasma prestigioso. Sus libros hace mucho que no se editan en ninguna de las perezosas y predecibles capitales del mundo editorial en español, y algunos de ellos, como Unto the Sons (1992), el último que publicó en inglés, nunca se tradujeron a nuestra lengua. Aquí sí cabe eso de que todo tiempo pasado fue mejor, pues los libros de Talese hacían parte del catálogo de Grijalbo en los años setenta, si bien parece que al ser devorada por el grupo italiano Mondadori, que a su vez sirvió de comida para el gran tiburón alemán Bertelsmann, la vieja editorial española se vio obligada a “depurar” su catálogo de cosas buenas para publicar maravillas como La dieta South Beach o Descubre tu destino con el monje que vendió su Ferrari.

Gay Talese, sin embargo, es una figura emblemática de las más altas esferas del periodismo escrito, llámense éstas periodismo literario, Nuevo Periodismo o literatura de no ficción. Mucho se ha hablado de la fructífera y hasta mágica relación entre la literatura y el periodismo, pero lo cierto es que en el pasado esta conexión apenas dependía de que hubiera escritores que a veces ejercían el periodismo, y periodistas que a veces se sentaban a escribir cuentos, ensayos o novelas. El eslabón verdadero como tal, el texto que a su vez fuese alto periodismo y buena literatura, era muy raro. A estas alturas, en cambio, en las buenas revistas uno puede encontrar con alguna frecuencia esos cuentos anclados en la realidad que se llaman crónicas o reportajes y que ya no tratan en exclusiva de las celebridades y de los grandes protagonistas del acontecer noticioso, sino que se meten con personajes mucho más diversos.

Talese nació en Ocean City, New Jersey, en 1932, hijo de la familia católica formada por un sastre italiano recién emigrado a Estados Unidos. En su juventud hizo a fondo el aprendizaje de las redacciones aceleradas e inmediatistas, en particular de la del New York Times, pero pronto entendió que lo suyo era el periodismo en profundidad y se dedicó a escribir grandes reportajes para la revista Esquire. Éstos a su vez lo llevaron a publicar libros completos en una tradición que recibió sus primeros grandes impulsos de Hiroshima de John Hersey y A sangre fría de Truman Capote, ambos publicados in extenso por The New Yorker.

El mundo narrativo de Talese muestra ciertas predilecciones: le interesan los perdedores, algo poco explorado por el periodismo hasta la llegada de cronistas como él, y son justamente famosos los perfiles que involucran a campeones negros de boxeo, típicos ganadores de breve relumbrón que luego pasan el resto de sus vidas saltando matones cuesta abajo. También puede decirse, pues Talese a veces ha sido criticado por ello, que sus textos privilegian el mundo de los italoamericanos, en particular el de la mafia, y el mundo masculino en general.

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