jueves, mayo 06, 2010

De la estupidez como estrategia



(De estúpido y -ez).
1. f. Torpeza notable en comprender las cosas.
2. f. Dicho o hecho propio de un estúpido.

estúpido, da.
(Del lat. stupĭdus).
1. adj. Necio, falto de inteligencia.

El Consejo de Ministros español aprobó la “Ley de Economía Sostenible” que intenta legalizar el cierre rápido de páginas web sin garantías judiciales. Mientras la libertad de expresión, los datos públicos, la transparencia y acceso a la información o la neutralidad en la red suscitan debates en todo el mundo, el gobierno español impone "soluciones burocráticas" que tratan de evitar cualquier oportunidad para la discusión pública.

Desde que se conoció esta iniciativa, muchos han sido los que se han manifestado en defensa de los derechos fundamentales en Internet. Se han proporcionado argumentos de todo tipo, pero nada ha cambiado. El empeño por esta medida solo es explicable si lo entendemos por la necedad de unos políticos que se amparan en su propia ignorancia para defender su supervivencia en el corto plazo. Son al menos cuatro las estupideces que se pueden observar en su empeño y que amenazan nuestro futuro, el de la inmensa mayoría, para privilegiar su presente, el de unos pocos:

1. Tecnológica: promover un sistema de control ineficiente y hasta ridículo. El más que probable fracaso en la implementación efectiva de los mecanismos legales y tecnológicos de control no hará más que aumentar el descrédito de sus promotores, que podrían aprender mucho de las estrategias tecnológicas que desarrollan diferentes dictaduras para controlar a su población. Al fin y al cabo, los hechos nos dicen que a ambos no les separa tanto la ideología como su inteligencia tecnológica.

2. Cultural: defender productos y lógicas de la segunda mitad del siglo 20 y que llevan varias décadas inamovibles mientras se alejan progresivamente de las lógicas y procesos culturales que definen la contemporaneidad y el siglo 21. La cultura que ahora se intenta conservar a costa de todo y de casi todos no es desde hace ya muchos años la conciencia crítica de la sociedad. Bien al contrario, es ahora una buena parte de la sociedad la que tiene que agitar a esa supuesta cultura para sacarla del féretro donde se acomoda.

3. Social: defender las formas organizativas y prácticas sociales que defienden el conservadurismo más recalcitrante tratando de recuperar modelos sociales ya extinguidos, mientras se olvida de los entornos, las instituciones, los ciudadanos y las prácticas donde se está generando la innovación social.

4. Económica: defender sectores económicos y modelos de negocio decadentes y deficitarios, viables solo localmente gracias a un intervencionismo extremo, pero condenados en el medio plazo a su extinción. Mientras, se impide activamente que se desarrollen los modelos de negocio propios de la lógica digital que son los que pueden generar innovación, crecimiento y sostenibilidad en un entorno global.

Estas cuatro estupideces se contraponen con una "inteligencia política" cortoplacista, basada en defender el modelo de negocio de un sector social y económico que cuenta aún con cierta capacidad de convocatoria entre la parte del electorado que sigue utilizando los medios de comunicación de masas (a su vez parte de ese sector) para informarse. Además, la ausencia de ideas y propuestas o, al menos, de una postura política coherente e inteligente de la totalidad de rivales políticos hace que los posibles costes electorales puedan ser despreciados.

Es fácil comprender el empeño en la estupidez si entendemos los "beneficios" y el esfuerzo importante que significaría tratar de entender nuestra realidad tecnológica, cultural, social y económica. Pero también es muy probable que la necedad tecnológica los coloque más pronto que tarde ante un abismo del que, esperemos, nadie, y en especial los insultados por la estupidez cultural, social a y económica, querrá ayudarles a salir ni a unos ni a otros.

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